Ir al contenido principal

Un mundo etico




"Confía en El Eterno y haz el bien. Habita la Tierra y apacienta la verdad" (Tehilim/Salmos 37/3).

El comportamiento ético del ser humano puede considerarse la esencia del Judaísmo. Los ritos, las plegarias, las normas, preceptos y tradiciones se convierten en engranajes, estructuras de apoyo para que las acciones humanas converjan en un comportamiento moral coherente, capaces de contribuir a la preservación y evolución de la Humanidad. Desde la perspectiva judía el Ser Supremo creó al Hombre con el fin de que éste, con sus actos y obras, completara la Creación Divina. Por ello lo creó a su "imagen y semejanza". Y en esta "alianza" de colaboración Dios-Ser Humano, le corresponde al hombre imitar Su bondad, Su sabiduría creativa, Su misericordia, que para ello fuimos creados a su semejanza. Esa es nuestra responsabilidad como seres humanos; por consiguiente, el obrar correcta y éticamente no debería entenderse como un acto encomiable digno de alabanza, ni mucho menos como una actitud para evitar caer en el "infierno" o ganar la "eternidad" en el "mundo venidero", sino como un mero acto de responsabilidad.A partir de esta premisa se entiende que el ser humano es de esencia divina, y como tal, sagrado, inestimable y único. El Talmud, ese gran compendio del pensamiento judío, en el que se discute, interpreta y aplica valores, conceptos, aforismos, historias y normas bíblicas, esclarece que el ser humano fue creado a partir de un único hombre, Adam, con el fin de ilustrar que "quien destruye una vida humana es considerado como si hubiera destruido un mundo entero". Por el mismo motivo ni un humano, pueblo o civilización, puede considerarse mejor o superior a otro; todos tenemos el mismo y único origen.

El proceder ético se convierte en el principal precepto judío, que emana de la misma palabra de El Eterno, a través de la Torá/Pentateuco: "
Ama a tu prójimo como a ti mismo", está escrito en su tercer libro, Vayikrá/Levítico (19/18). En el Talmud se relata que el gran sabio Hilel (110 AEC -10 EC) fue retado a pronunciar toda la Torá o Ley judía, sobre un solo pie, a lo que respondió: "No hagas a otros lo que no quieras para ti. Esto es toda la Ley; lo demás es comentario" (Hillel, Shab 31a). Este pronunciamiento, otro enfoque del versículo bíblico anterior, subraya cuán importante es, en el proceso que le toca vivir a la Humanidad, guardarse de actuar mal, de ultrajar o herir al prójimo; y desde una perspectiva positiva, actuar responsablemente, con amor y bondad. Otro sabio del Talmud, Rabí Akiba (. 50 – ca. 135EC), sostenía que el mandamiento de amar al prójimo era la esencia misma de la Torá, porque equipara el sentimiento de amor humano con el amor de El Eterno, quien ama a los hombres. "Bueno es el Eterno para con todos, y Su misericordia está en todas Sus obras" proclama el libro bíblico de Tehilim/Salmos (145/9).

Desde el punto de vista de la Torá, el actuar éticamente es un mandamiento Divino y, por tanto, no es ni arbitrario ni opcional. El gran sabio judío RAMBAM/Maimónides (siglo XIIec) alegaba que los valores morales fueron otorgados por El Eterno al Pueblo de Israel para beneficio de la Humanidad entera, y que su puesta en práctica no podía ser optativa. La propia Torá, en Devarim/Deuteronomio, enfatiza: "Guarda y obedece todas estas palabras que yo te mando, para tu bien y el de tus hijos después de ti, para siempre, haciendo lo bueno y recto ante los ojos de El Eterno tu Dios" (Devarim / Deuteronomio 12:28). Algunos capítulos después, agrega: "Porque este mandamiento cuya observancia te ordeno hoy, no te es oculto ni está lejano… No está en el cielo… ni está al otro lado del mar… sino que la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la pongas por obra" (30/11-14). Y el profeta Amós reafirma "Aborreced lo malo, amad lo bueno y restableced la justicia en la puerta" (Amos 5:15).

El más sublime de los preceptos que el judío debe cumplir para con Dios es el de amarlo "con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tus posibilidades" como queda sentenciado en Devarim/Deuteronomio 6/5, y reafirmado en la plegaria diaria fundamental del pueblo judío. Por tanto, cumplir los mandamientos que provienen de la palabra divina es la mayor manifestación que el ser humano puede hacer por su amor a Dios. En este sentido no puede entenderse que el hombre diga amar a Dios y comportarse de una manera lejana a la ética con sus congéneres y, en general, con todos los seres que se asientan en la Tierra. El profeta Yishayahu/Isaías lo enfatiza de diversas maneras: "Para qué me sirven tantos sacrificios, dice El Eterno… Lavaos, limpiaos, extirpad la iniquidad de vuestras obras de ante mis ojos; cesad de hacer lo malo. Aprended a hacer el bien: buscad la justicia, ayudad al oprimido, considerad al huérfano, amparad a la viuda" (1/11-17). O: "El ayuno que Yo escogí, ¿no es más bien deshacer las ligaduras de la maldad, romper el yugo de la opresión, liberar a los quebrantados y quebrar toda esclavitud? ¿No es para que compartas tu pan con el hambriento..?" (58/6-7). 

No obstante, en Su bondad, el Ser acordó el libre albedrío al crear a los humanos. Si Dios exige libertad para todos los seres, ¿cómo no va a dotar al hombre de su libertad para escoger, en cuanto a la medida de actuar bien o mal? La propia constitución humana, según el Judaísmo, la creación entera del Universo, se basa en la dualidad: el hombre fue creado con el "Yetser Hatov (el "buen instinto") y el Yetser Hará (el "mal instinto"). Y allí estriba su libertad de escoger. Escoger entre la ilusión que se refleja en la falsedad, y la Verdad única e indivisible proveniente de El Que Es. Por ello el proceder ético es una opción que proviene del jofesh habejirá (libre albedrío). Lo que busca la Torá, los preceptos y mandamientos que de ella provienen, así como los actos y cualidades de los Patriarcas y profetas, la exégesis y comentarios de los sabios judíos, es educar a los hombres y mujeres para que sepan escoger acertadamente entre falsa ilusión y la Verdad Divina, y las consecuencias que cada libre elección conlleva. Es la educación, pues, la que emana del estudio de la Torá, del cumplimientos de los preceptos divinos, del ejemplo de los actos de quienes nos han precedido, la que nos ayudará a escoger un comportamiento ético y responsable en la vida que nos ha tocado vivir. Cuando El Ser inspiró en el humano el Yetser Hatov, lo indujo al sublime deseo de alcanzar el bien y hacerlo suyo. Las fuentes judías le han servido de guía. 

 Sirvan estas reflexiones para reseñar la esencia ética de dichas fuentes.


Entradas populares de este blog

Bienvenidos Temas de ética judía   es un sitio de autor, página personal del profesor David Acrich, dedicada al estudio de los valores de la tradición judía.    Otros textos del autor sobre  cultura judía,  en    Scribd .     Poemas y relatos ,en   Literalia . Página en    Twitter . Gracias por su visita.